Erase una vez una niña que nunca eligió captar todo lo que llegaba a captar. Se sentía atraída por las conversaciones de mayores, sin dejar los juegos infantiles.
Compartía sus juguetes sin que tuvieran que enseñárselo, leía las emociones de los otros antes que los cuentos, y veía las malas intenciones de las personas como las sombras de los árboles.
No podía evitar hacerse preguntas trascendentales, ni sufrir cuando observaba cómo un niño pegaba o intimidaba a otro.
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Aún no sabía que era altamente sensible, pero los adultos parecían enfadarse o cansarse cuando ella necesitaba más tiempo para asimilar un cambio, más comprensión y valoración para sentirse segura, o más tranquilidad para no estresarse.
A veces se sentía extraña, como si pudiera ver el mundo desde un lugar privilegiado que también le asustaba.
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Se preguntaba: ¿seré normal?, ¿a alguien más le pasa lo que a mí?
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Ahora, décadas después, la mujer de hoy mira con ternura y compasión a esa niña altamente sensible para abrazarla y decirle:
"Está bien, todo está bien en ti. Tu mente es como un radar que detecta muchísima más información sensorial y emocional que algunas otras personas, y eso a veces asusta y agota. Es perfectamente normal que te emociones por las cosas que te conmueven, permítetelo. Sé que te dirán que todo te afecta demasiado y que no deberías ser tan ñoña, pero es que no comprenden que absorbes como una esponja y aún no sabes cómo regularlo.
No te creas nunca que eres inadecuada por sentir de forma tan intensa lo bueno y lo malo.
Tranquila, aprenderás a gestionar lo que algunos llaman el don de la alta sensibilidad"
Cuando comienzas a leer o a sospechar que puedes ser una persona altamente sensible, comienzas a leer tu vida hacia atrás, buscando señales que lo confirmen.
Lo más probable es que las cosas siempre te hayan afectado de una manera más intensa (las noticias, las críticas, etc.) y quizá también te hayas caracterizado por ser especialmente atenta/o con los sentimientos y necesidades de los otros.
Sin embargo, hay muchísimas más manifestaciones, que ni siquiera comparten todas las PAS, pues entre nosotras, también hayamos diferencias y matices en el rasgo.
Lo que sí tenemos en común todas las personas altamente sensibles, son 4 características nucleares que, de no hallarse, no podríamos hablar de Alta Sensibilidad de Procesamiento Sensorial como tal, según las investigaciones de la psicóloga pionera en esta materia, la Dra Elaine Aron.
Procesamiento profundo del ambiente: captamos más información y necesitamos procesarla más lentamente, para darle un enfoque global (de ahí que demos más vueltas a cualquier tema)
Sobreestimulación: nuestros sentidos captan una fuente infinita de estímulos (ruidos, sabores, olores intensos, colores y luces brillantes), y nuestro cerebro descodifica información de todo lo que le llega, por lo que podemos saturarnos y agotarnos psíquica y físicamente.
Alta implicación y empatía: tenemos una elevada emocionalidad que nos hace ponernos fácilmente en el lugar del otro, siendo especialmente cuidadores y detallistas. Sufrimos cuando esto no es recíproco.
Captamos sutilezas y detalles: percibimos matices y señales debido a nuestro sistema neurosensorial hiperdesarrollado, descodificando el lenguaje no verbal, emocionándonos con el arte, la naturaleza, el clima emocional, y todo en segundos, etc.
Hay test orientativos, pero para saber discriminar bien la alta sensibilidad de otros rasgos de personalidad
(introversión, responsabilidad, etc.) o trastornos (ansiedad, toc, trauma, etc.), lo recomendable es que
consultes a un profesional especializado en psicología y en alta sensibilidad
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